Entre el 70 y el 80 % de las
víctimas quedan emocionalmente alteradas después de la agresión (efectos a
corto plazo). Las niñas suelen presentar reacciones ansioso-depresivas (muy
graves en los casos de las adolescentes) y los niños problemas de fracaso
escolar y de socialización, siendo más proclives a presentar alteraciones de la
conducta en forma de agresiones sexuales y conductas de tipo violento.
Desde un punto de vista más
teórico, el «modelo del trastorno de estrés postraumático» considera que los
efectos son los propios de cualquier «trauma»:
- Pensamientos intrusivos.
- Rechazo de estímulos relacionados con la agresión.
- Alteraciones del sueño.
- Irritabilidad.
- Dificultades de concentración.
- Miedo.
- Ansiedad.
- Depresión.
- Sentimientos de culpabilidad, etc. (efectos que pueden materializarse físicamente en síntomas como dolor de estómago, de cabeza, pesadillas...).
Por su parte, otro modelo
teórico, el «traumatogénico», centra su atención en cuatro variables como
causas principales del trauma:
- Sexualización traumática: el abuso sexual es una interferencia en el desarrollo sexual normal del niño, por cuanto aprende una vivencia de la sexualidad deformada (especialmente, cuando la agresión se ha producido en el hogar);
- Pérdida de confianza: no solo con el agresor sino con el resto de personas cercanas que no fueron capaces de impedir los abusos;
- Indefensión: el haber sufrido los abusos lleva a la víctima a considerarse incapaz de defenderse ante los avatares de la vida en general, provocando en él actitudes pasivas y de retraimiento;
- Estigmatización: sentimientos de culpa, vergüenza, etcétera, que minan su autoestima.
Efectos a largo plazo:
A largo plazo, aunque los efectos
son comparativamente menos frecuentes que a corto plazo, el trauma no solo no
se resuelve sino que suele transitar de una sintomatología a otra.
Los fenómenos más regulares son
las alteraciones en el ámbito sexual;
- Inhibición erótica,
- Disfunciones sexuales y menor capacidad de disfrute,
- Depresión,
- Falta de control sobre la ira,
- Hipervigilancia en el caso de tener hijos o adopción de conductas de abuso o de consentimiento del mismo, y
- Síntomas característicos de cualquier trastorno de estrés postraumático.
De forma más pormenorizada,
pueden señalarse como efectos a largo plazo los siguientes:
- El abusado puede experimentar síntomas como retrospecciones (recuerdos traumáticos que se imponen vívidamente en contra de la voluntad),
- Inestabilidad emocional,
- Trastornos del sueño
- Hiperactividad y alerta constante.
Por otra parte, también se pueden
producir:
- Aislamiento
- Insensibilidad afectiva (petrificación afectiva),
- Sentimiento de culpabilidad por lo ocurrido,
- Trastornos de memoria y de la concentración,
- Fobias,
- Depresión
- Ansiedad,
- Flashback (revivir el pasado),
- Disociación y conductas autodestructivas.
Debido a que el inicio en la vida
sexual del menor fue traumático, experimenta sensaciones y conductas
distorsionadas en el desarrollo de su sexualidad, como;
- Agresividad sexual,
- Conductas inadecuadas de seducción hacia otros,
- Masturbación compulsiva,
- Juegos sexuales
- Promiscuidad sexual,
- Trastornos de la identidad sexual,
- Prostitución.
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